La receta original de esta comida tan popular se remonta a la Edad Media. En Milán fue declarada patrimonio de la ciudad.
Desde hace pocos años, cada 3 de mayo se celebra en Argentina el Día de la milanesa. Aunque la fecha fue elegida al azar e impulsada por los fans de este plato en las redes sociales, es una buena oportunidad para hablar de su origen. ¿Quién, cuándo, dónde y cómo se llegó a la receta de lo que, para muchos, es un manjar inigualable?
El crítico gastronómico y columnista Pietro Zorba rastreó su origen en libros de historia que lo remontaron a la Edad Media. Un menú del año 1134, detallado en un documento que describe una comida servida en Mediolanum (lugar que hoy forma parte de la ciudad italiana de Milán), presenta un plato llamado lombolos cum panitio. Lumbus, en latín, es la carne de lomo y panitio remite al pan, según interpretaron posteriormente estudiosos de la materia. Casi 900 años después, el 17 de marzo de 2008, la municipalidad de Milán utilizó esos textos como fundamento para otorgar a la milanesa el estatus de patrimonio oficial de la ciudad.
Pero lo que le da entidad a la milanesa no son sólo los ingredientes sino su tipo de cocción. En el siglo XVI, Bartolomeo Scappi, maestro cocinero de cardenales y Papas, fue quien descubrió que rebozar la carne y freírla aumentaba su sabor. Así lo registró en su libro de cocina Opera dell'Arte di Cucinare, en 1570.
Pasarían varios siglos antes de que la fórmula llegara a estas tierras. Con el arribo de los inmigrantes italianos a la Argentina a comienzos del siglo XX, se impuso la cotoletta a la messinese, una variante siciliana en la que el pan rallado, ajo, perejil, huevo y queso envuelven la carne. El resto es historia conocida... y largamente degustada.