La bailarina se reencontró con un viejo amor. Admitió que ya no está sola: sale con Octavio Cattaneo, que fue su novio durante siete años. Se habían distanciado en 2014.
La nombraron bastante en aquella ceremonia de los Premios Tato. Su rostro comenzó a verse con mayor frecuencia en las revistas, en los programas del corazón y en los portales de Internet especializados en noticias del espectáculo. No era para menos: se decía, con insistencia, que estaba saliendo con Adrián Suar. Y que su presencia en la entrega de las estatuillas realizada el 6 de diciembre de 2016 respondía a una invitación expresa del propio gerente artístico de El Trece.
Magui Bravi (30), sindicada como el nuevo amor del Chueco, negó todo. Su elección fue callar y transitar estos últimos meses llamada a silencio, para no alimentar los rumores y permitir que el tiempo tuviese la última palabra. Se dedicó de lleno a las campañas publicitarias, a su labor de conductora televisiva en el extranjero y a su rol en el teatro argentino, evitando, así, hablar de su vida privada. Hasta que, claro, un hombre se encargó de motorizar en ella esas ganas de gritar a los cuatro vientos que está, efectivamente, enamorada. Y no de Suar, claro.
Su corazón hoy descansa en manos de Octavio Cattaneo, un arquitecto que fue su pareja a lo largo de siete años, desde los 18 hasta los 25. Luego, el joven debió partir a España por temas laborales y la distancia enfrió el vínculo. Sin embargo, con Octavio de regreso a la Argentina, las cenizas volvieron a tomar forma de brasas. “Hace tres años nos separamos, cuando él se fue a hacer un master de Administración de Empresas a Europa. Pero siempre seguimos en contacto. Ahora va en serio y tenemos ganas de ponerle todo. Quiero que sea para siempre”, contó la ex participante del Bailando por un sueño.
Después rememoró cómo se conocieron: “Nos presentó una amiga en común. Nunca olvidaré cómo me conquistó. Me invitó a la casa y me cantó una melodía con su guitarra. Fue mágico”. Pocos recuerdan aquella noche de los Premios Tato. Se la mencionó, y mucho. Pero Magui consiguió lo que buscaba: que el paso del tiempo bajara el martillo.