El líder narco había logrado ingresar cuatro ejemplares. Pero tras ser abatido, los animales quedaron sin control.
Después de que Pablo Escobar Gaviria fuera abatido en 1993, los efectivos de la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE) llegaron a su famosa hacienda Nápoles para incautar a todos los animales que el líder del cartel de Medellín tenía en esa estancia devenida en zoológico privado. En el procedimiento se llevaron jirafas, rinocerontes y otros ejemplares, pero olvidaron algo: cuatro hipopótamos. Hoy, casi 25 años después, esos cuatro mamíferos se transformaron en más de 50, que ponen en peligro tanto al ecosistema como a los habitantes de la localidad colombiana de Doradal, en el departamento de Antioquia.
"Es una especie invasora, que entró de forma ilegal al país y que representa un peligro para la biodiversidad colombiana”, explica Carlos Mario Zuluaga, director de la Corporación Autónoma Regional de las cuencas de los ríos Negro y Nare (Cornare), a cargo del cuidado de los animales.
Según precisa el portal El País, este año esperan reubicar al menos a seis de estos mamíferos en zoológicos de la región. Todavía están en trámites y prefieren no decir a qué países irían, pero insisten en que es necesario trasladar la mayor cantidad posible.
“Son un riesgo para la población ribereña. No podemos esperar a que ocurra una tragedia”, reitera Zuluaga, que recuerda que los primeros de estos hipopótamos originarios de África llegaron a Antioquia desde Estados Unidos por orden de Escobar.
Acomodados y en un ecosistema que facilitó su reproducción, hoy habría más de 50 mamíferos, aunque es dificultoso contarlos. "No son vacas, no podemos acercarnos, son animales salvajes, que están en estado silvestre”, remarca el director de Cornare. Los animales pesan hasta tres toneladas y pueden alcanzar velocidades de hasta 30 kilómetros por hora.
En 2013, la oficina de estupefacientes aportó 170.000 dólares para adelantar algunos procesos de esterilización y garantizarle el sostenimiento de los animales. En total, cinco ejemplares fueron castrados.
En 2009, un grupo de soldados abrió fuego contra Pepe, el único macho de los cuatro hipopótamos comprados por Escobar. Y ante las críticas de ecologistas, un juez prohibió su caza controlada.
David Echeverry, biólogo de Cornare, señaló que el principal temor es que ataquen a los pescadores que se atreven a asomarse por las aguas en donde se mueven los hipopótamos y que el desplazamiento de otras especies ponga en riesgo la fauna nativa.
Animales como la nutria, el chigüiro y el manatí se han desplazado, asegura Echeverry. “Los hipopótamos son muy fuertes. No tienen problemas de reproducción, son tolerantes a la hambruna y a la sequía, a cualquier condición climática, en su hábitat natural estarían amenazados por grandes felinos, por cocodrilos, pero acá no son presa de ninguna otra especie. Están libres y con todas las condiciones para reproducirse”, destaca Echeverry.
En septiembre de 2017, uno de los hipopótamos se paseó por las calles de Doradal. Ante este hecho, las autoridades reiteraron el pedido para reubicarlos y volvieron a expresar el peligro que estos animales pueden significar.