Oriundos de Selva, los jóvenes iniciaron el camino en la cocina sin imaginar que se convertirían en los referentes del producto artesanal más buscado en los bares en estos tiempos.
“Siempre nos acordamos de aquel momento en que dijimos ‘Che, ¿y si hacemos cerveza artesanal? ¿Y si ponemos un bar?’; no sabíamos en lo que nos estábamos metiendo”.
Así arranca Paola recordando esa tarde , cuando surgió la loca idea de iniciar un novedoso emprendimiento; al que, a pesar de lo loco que sonaba, Raúl, su pareja, una vez más la acompañó. De esta manera, los jóvenes oriundos de Selva, que por ese entonces vivían en Buenos Aires, se comprometieron con la idea de convertirse en maestros cerveceros.
El desafío fue total: había que pulir la pulir la idea, conseguir los equipamientos, capacitarse en la provincia de Córdoba y una vez que lo consiguieron, volvieron a su tierra natal con todo listo en la mochila para poner su primera fábrica. Los otros desafíos tuvieron que ver con el clima y las habilitaciones RNE y RNPA, ya conseguidas.
La tradicional cerveza artesanal reapuntó su presencia en el mercado, tanto por la calidad como por la variedad. De un tiempo a esta parte, son miles las personas que la prefieren por sobre la envasada; y en una provincia chica como Santiago del Estero, iniciar un negocio por ella fue una apuesta de buena fe, sin garantías. Y funcionó.
El camino de Paola y Raúl lleva cuatro años de aprendizaje, prueba y error, y más aprendizaje.
Momento de meternos en la cocina
La cocción de la cerveza es un proceso largo y específico de al menos 8 horas. Los chicos producen dos días a la semana; cuatro días abren el bar y descansan sólo uno, que en realidad sirve para poner de nuevo todo en orden en la fábrica.
Raúl es el encargado de esta parte, junto con Martín, hermano de Paola, que se sumó hace poco más de un año al equipo de maestros cerveceros.
En dos días producen 400 litros, lo que es equivalente a 1800 litros por mes, lo justo para los 4 días que abren el bar. “A veces nos quedamos sin cerveza y la gente nos pregunta por qué no hacemos más: no tenemos maquinaria ni tiempo para hacerlo, todavía”, relata Paola, destacando la importancia de los tiempos de cocción y producción.
Por su parte, “Pao es el cerebro y el corazón de todo esto”, según Raúl. Mientras ellos se encargan de la mano de obra, ella es la encargada de hablar con la gente, comprar lo que se necesite y resolver los problemas que se presenten.
Los beneficios de la cerveza artesanal
La cerveza es un producto casero, y la gente que la consume sabe valorar esto, como así también valora los tiempos y todo lo que hay detrás. Se trata de un producto natural, sin conservantes ni aceleradores del proceso; tienen variedades de estilos, el que la consume ayuda al emprendedor local, y sobre todo “es un producto hecho con amor”.
Lo que se viene
El trío cervecero más reconocido de la provincia está proyectando su nueva fábrica mucho más grande, respondiendo a la gente que así lo demanda. Es un nuevo desafío que va a significar muchos cambios, siempre pensando en mejorar la calidad y el estilo que los caracteriza; y como todo cambio, llevará su tiempo. Mientras tanto, pueden visitar la cervecería de miércoles a sábado en calle Buenos Aires entre 9 de Julio y Avellaneda.
¡Salud!