Conoció las acrobacias aéreas hace cinco años y no imaginó convertirse en la acróbata referente que hoy es. Diariamente ayuda a más de 100 chicas de todas las edades a conocer esas alas de colores, con la premisa de que cualquiera puede aprender a volar.
Fuerza, precisión, emoción y voluntad. ¿Quién dijo que las personas no pueden volar? Lara Rojas aprendió que existe una forma de sentir la libertad de poder moverse en el aire, y tomó el desafío de transmitirlo a cientos de pequeñas y grandes que año a año se animan a intentar.
La joven santiagueña conoció las acrobacias aéreas hace cinco años. Ya tenía una carrera realizada, estudió diseño de indumentaria, pero nunca se imaginó que se convertiría en un referente en algo que comenzó como un hobbie.
Se especializó en telas, es lo que hoy elige por la libertad de poder hacer figuras, caídas y escapes a gusto. “Siempre hay algo nuevo que se puede hacer, y eso es lo lindo de las telas”, relató.
Si bien, existen varios espacios en la provincia en los que uno puede aprender esta destreza, Santiago no cuenta con una carrera universitaria o una institución que te brinde la capacitación académica en el área. Es por eso que viajó a especializarse en muchos seminarios y workshops donde aprendió a manejar otros elementos (como cuerda lisa, trapecio, aro y cubo) y se animó a dar clases.
Comenzó como un pequeño proyecto que hoy debe administrar durante toda la semana. Entre chicas y grandes, Lara trabaja con más de cien personas enseñándoles a usar las alas para poder despegar del piso.
Y llegó el momento de poner en juego su carrera y su pasión, así creó su propio emprendimiento de costura, “Ropa para volar”, en donde prepara sus propios bodyes y los de las chicas para cada exposición, de acuerdo a la temática elegida.
Por año se realizan dos muestras en donde toda la crew expone lo aprendido y deja a toda la familia de las protagonistas aplaudiendo, con los ojos llenos de lagrimas de la emoción.