X
Espectaculos

Imponente show de La Renga en un estadio de Huracán colmado

La banda rockera de Mataderos la rompió en su primer show porteño tras casi diez años.

30/07/2017

Una década después de su último recital en la Ciudad de Buenos Aires, y de luchar bastante para conseguirlo, La Renga, finalmente, pudo volver a sus pagos. Y lo hizo con todo, tanto por la performance que brindaron como por la fiesta que se vivió abajo del escenario.

Tras un ingreso ordenado, bien organizado y con varias instancias de seguridad y control de tickets, la banda de Mataderos pisó las tablas del estadio de Huracán a las 21:30, ya con todo su público (que copó las calles de Parque Patricios desde muy temprano) adentro y notoriamente entusiasmado.

“Corazón Fugitivo”, uno de los mejores temas de “Pesados Vestigios”, fue el elegido para abrir el fuego y, en un instante, el entusiasmo se convirtió en fiesta.

“Nómades”, también de su último disco, fue el segundo en sonar, y la emoción de Chizzo Nápoli no se hizo esperar. “Al fin, después de tantas idas y venidas, acá estamos. Gracias a todos los que nos hicieron el aguante con y por esto. Muchísimas gracias de verdad”, dijo el cantante y guitarrista, y arremetió con “Disfrazado de Amigo” y “A Tu Lado”.

Le siguió el clásico “A La Carga Mi Rocanrol” y, con él, el primer agite en serio de la noche, con todo el estadio coreando, el Tete corriendo por todo el escenario (como toda la noche, pero más durante los favoritos del público) y decenas de banderas flameando.

Luego de las festejadas “Al Que He Sangrado” y “San Miguel”, el segundo agite de la velada se hizo presente con “Cuando Vendrán”, que, de paso, volvió a demostrar la predilección de la audiencia por aquel hito discográfico de hace más de veinte años bautizado “Despedazado Por Mil Partes”.

Acto seguido se retrotrajeron todavía más en el tiempo para rescatar “El Circo Romano”, de su segundo álbum “A Donde Me Lleva La Vida”, para pegarle después la genial “El Twist del Pibe”, una de las canciones más gozadas de la fecha.

“Tenemos con nosotros a una reliquia del Rock Nacional”, anunció Chizzo, y presentó al único invitado del show: el gran Nacho Smilani, ex Vox Dei y eximio guitarrista, que riffeó y punteó en “Poder” y la más poderosa aún “Panic Show”, para el delirio generalizado.

Quedaba claro, a esa altura de la noche, que la banda no sólo estaba mucho más que bien aceitada y que el sonido tenía un nivel impecable, sino también que la jornada pintaba para histórica, tanto por la energía emanada y retroalimentada por banda y público como por la lista de temas seleccionada. Fue tan así que sonaron “Desnudo Para Siempre (O Despedazado Por Mil Partes)” y, tras “Pole” (dedicada a Víctor Poleri, amigo actor y colaborador fallecido, que ese mismo sábado hubiera cumplido 63 años), nada más y nada menos que el tema más exitoso y popular del grupo: el himno de fogón “La Balada del Diablo Y La Muerte”, en una gran interpretación que se consagró como una de las mejores de todo el concierto.

Minutos después de que Nápoli pidiera a los que estaban trepados a los alambrados de la cancha que bajaran, para que “nadie venga mañana a romper las p…”, fue el turno de ese verdadero temazo que es “Estalla” (incluido en ese verdadero discazo que es “La Esquina Del Infinito”), uno de los más potentes del repertorio. Continuaron “Los Brazos Del Sol”, “Oscuro Diamante” y otro viejazo de los primeros ’90: “El Rito De Los Corazones Sangrando”.

Promediando la velada, “En El Baldío”, el mejor tema de “La Esquina…” y uno de los mejores de la carrera de la banda, elevó todavía más la vara y preparó el camino para la recta final, marcada por “Bien Alto”, “Tripa y Corazón” y “Arte Infernal”.

“Estamos rockeando un poquito, ¿no? Si esto no es rock, ¿el rock dónde está?”, alardeó Chizzo, sabiéndose ganador de un partido en el que La Renga goleaba y gustaba, y al que todavía le faltaban algunos lujos. Tres de ellos, finalmente, llegaron para coronar la jornada: “Oportunidad Oportuna”, “La Razón Que Te Demora” (¿el último hitazo total del trío?) y la genial “El Final Es En Donde Partí”.

Pero al banquete le faltaba el postre, y, tras unos minutos de merecido descanso, Chizzo, Tete y Tanque (y Manu y el trío de vientos, que se encargaron de elevar en intensidad las canciones cada vez que les tocó aparecer) volvieron, con cuatro bises bajo el brazo. Los primeros dos fueron los dos últimos del disco homónimo de La Renga, más conocido como “el disco de la estrella”: “Ser Yo” y “Reíte”. Después vino ese gran tema que es “El Viento Que Todo Lo Empuja” y, por último, el mismo de siempre: el inmortal “Hablando De La Libertad”.

“Váyanse con tranquilidad. Mañana levántense y comenten el recital mientras se comen unos fideos”, pidió Chizzo, después de agradecer al público por enésima vez. Y así lo hicimos. Sin desmanes. Sin problemas. Extasiados, tras uno de los mejores shows de estadio que una banda argentina haya brindado en mucho tiempo.

Casi diez años tardó La Renga en poder tocar otra vez en su ciudad natal y en demostrar que es posible llevar a cabo un espectáculo con su nivel de convocatoria, en paz y en plena Capital Federal. Una espera demasiado larga, pero que por su resultado final parece haber valido la pena. Esperemos que esta grata experiencia se repita en los shows de los próximos días y que el rock vuelva a sentirse, cada vez más, en cada rincón de Buenos Aires.

Fuente: Diario Popular.