Aunque está prohibido por ley, los antibióticos se siguen vendiendo sin receta médica.
Desde 1969 una ley establece que, al igual que los psicotrópicos, los antibióticos sólo pueden venderse si el comprador presenta la receta firmada por el médico. Y el incumplimiento de la norma está penado con hasta tres años de prisión.
Sin embargo, un informe publicado por “Clarín” -a partir de datos aportados por D’Alessio Irol- destaca que en nuestro país los antibióticos encabezan el ránking de los remedios que se compran sin receta. “Con los psicotrópicos esto se hizo efectivo: a nadie se le ocurre ir a comprar uno sin receta. Pero con los antibióticos esto no pasó y muchas veces se venden sin receta”, sostuvo Alejandra Corso, jefa del Servicio de Antimicrobianos del Laboratorio Nacional de Referencia en Resistencia a los Antimicrobianos del Anlis-Malbrán. “Tenemos muy arraigada una cuestión cultural de pensar que son inocuos, que no son tóxicos”, agregó.
“No hay controles. Se pide la receta para la obra social, pero nada más. Si no te importa el descuento, vas a cualquier farmacia y te lo venden, a pesar de lo que establece la legislación. Es una ley que no se aplica”, afirmó Lautaro de Vedia, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología
Es un problema grave que forma parte de uno mayor: la mala y riesgosa costumbre de la automedicación, sostenida -según el informe- por el 99 % de los argentinos.
Alto riesgo
Este cóctel de “mañas” donde confluyen pacientes, farmacias y médicos (“El 80% de las faringitis en adultos son virales y por lo general les damos antibióticos”, reconoció De Vedia) está generando un grave problema, que puede transformarse en una crisis de la salud pública
“Las bacterias ganaron la batalla. La esperanza que nos dieron los antibióticos el siglo pasado y que permitió un importante avance de la medicina generó un concepto cultural de que son inocuos e inagotables”, sentenció Corso. Pero no lo son: tienen efectos colaterales y la resistencia bacteriana los está transformando en recursos no renovables. “Las bacterias buscan mecanismos para adquirir la defensa contra los antibióticos, mecanismos de resistencia”, añadió.
“En Argentina la azitromicina ya generó 25% de resistencia. Esto es, uno de cada cuatro tratamientos no va a ser efectivo. El antibiótico tiene impacto en la comunidad: necesitamos tener conciencia de eso”, alertó Laura Raccagni, coordinadora del Observatorio de Salud y Medicamentos de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA).
Alerta mundial
El problema no es sólo argentino y hace tiempo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestra su preocupación: “si queremos mantener el milagro médico de los antibióticos debemos entender cuándo estos funcionan y cuándo no, y actuar en consecuencia”, reclamaba ya en 2012 la directora regional de la OMS para Europa, Zsuzsanna Jakab. Pero el panorama no ha hecho más que empeorar. Para dar sólo un ejemplo: hace dos semanas lanzó una alerta por la propagación de un tipo de gonorrea resistente a los antibióticos. “La bacteria causante de la gonorrea (el gonococo) es especialmente lista. Cada vez que utilizamos una nueva clase de antibióticos para tratar la infección, evoluciona y se vuelve resistente a ellos”, advirtió Teodora Wi, funcionaria médica del departamento de Reproducción Humana en la OMS.
La situación es tan grave que, en opinión de especialistas, es necesario tomar medidas muy estrictas de control.
“Es un problema complejo: ya hay tasas de resistencia de antibióticos para infección urinaria, en algunos casos de infecciones de piel, en los que las bacterias cambiaron los perfiles de resistencia... Debería adoptarse esto como política de Estado”, reclamó De Vedia.