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Revista

Albuquerque, la ciudad que se volvió turística gracias a la serie Breaking Bad

Caramelos que imitan a la droga de Walter White y selfies en las casas reales que fueron usadas como escenografías para el programa.

16/07/2017

Escena uno: interiores. Un local de golosinas de Albuquerque, una pequeña ciudad de Estados Unidos en pleno desierto de Nuevo México. Un grupo de productores de TV se reúnen con la dueña del negocio para hacerle un encargo particular. Necesitan unos caramelos azucarados que, en cámara, parezcan que son cristales de metanfetamina. No hay mucho presupuesto, por lo que se llevan los más baratos. Intrigada, la señora pregunta de qué se trata el show. “Es sobre un profesor de escuela que tiene un cáncer terminal y se pone a fabricar droga para pagar el tratamiento”, le responden los productores. Debbie, que es la señora de los dulces, les pregunta quién demonios va a mirar un programa así. Ellos se ríen y le responden que, honestamente, no creen que mucha gente lo vaya a ver. Se llevan la bolsita. Fundido a negro.

Debbie Ball recuerda la escena y se ríe. Es The Candy Lady, la señora de los dulces, la que fabricó los caramelos azules que se utilizaron en la serie Breaking Bad para simular la droga que hacía Walter White, el insípido profesor de química que se vuelve un capo narco en una de las series más populares de todos los tiempos. A pesar de que el ciclo terminó hace casi cuatro años, cada día llegan a su local un centenar de turistas a comprar una bolsa de “la droga de Breaking Bad” a 10 dólares, alguna remera con la cara de los personajes, tazas, stickers o simplemente sacarse una foto con las bandejas llenas de ese material azul que se hizo internacional.

Debbie y toda Albuquerque están experimentando un fenómeno que se conoce como “turismo cinematográfico”, que creció en la última década con la explosión de las series, internet y las selfies. Y para esta ciudad de 500.000 habitantes, la más importante de Nuevo México, es una revolución que tomó a todos por sorpresa.

Sus edificios, sus calles y sus carteles conviven dentro de la paleta del terracota, el ocre y la arcilla, los colores que toma del desierto y que cada tanto se cortan con líneas turquesa. La arquitectura mezcla el estilo de las misiones españolas, con el norteamericano y el de las pirámides aztecas. Hay una disputa constante entre las herencias hispánica y latina y la anglosajona, por el nombre de las calles. Lomas Boulevard, Paseo del Norte, Gold Avenue, Sandía Mountains. El centro de la ciudad está atravesado por la mítica Ruta 66, alrededor de la cual se organiza el centro cívico, el ayuntamiento, los hoteles principales, los bares nocturnos, los cabarets, los vagabundos, los que duermen en las calles y los adictos que se acercan para pedir algún dólar.

De los 365 días del año, 310 son de buen clima en Albuquerque, uno de los motivos por los cuales la industria del entretenimiento la elige para filmar. El otro son los beneficios impositivos. “Los créditos que las productoras pagan son muy bajos. En una temporada de 12 o 13 capítulos, las productoras reciben al final un cheque del Estado por el valor de dos o tres capítulos. Te pagan para invertir”, explica Raquel Fluxa Moncada, una argentina que trabajó como asistente de producción en Better Call Saul, el spin off que cuenta la historia del abogado de Breaking Bad.

“La gente que vive aquí está muy agradecida con el show porque trajo más visitantes que vienen a conocer la ciudad. Y todo lo que es turismo ayuda a la economía del Estado”, explica Raquel. Es que la cara del actor Bryan Cranston, caracterizado como Walter White, está en todas partes, tanto en los puestos de artesanías como en el gift shop del Hotel Hyatt.

A diferencia de las películas Día de la Independencia 2, Logan o The Avengers, que también se filmaron en Albuquerque, Breaking y Better no se limitaron a usar la ciudad como fondo de la acción, sino que le dieron voz y cámara, haciendo que participe casi como un personaje más. El desierto abrasivo, las calles vacías, los silencios, el cielo azul. Caminar la ciudad ya es sentirse en ambiente. Ese trabajo de exteriores dejó una decena de locaciones reconocibles, a las que los visitantes se lanzan a recorrer cámara en mano.

Hay varias formas de hacer el paseo por la Albuquerque de la serie. La más turística es contratar alguno de los Breaking Bad Experience Tour, que por 75 dólares te suben a una casa rodante similar a la que usaban los personajes para cocinar droga, y te llevan a un recorrido de tres horas por los puntos que son indispensables para el álbum: las casas de Walter White, Jesse Pinkman y Hank Schrader, el lavadero de autos, la fachada del bufete jurídico de Saul Goodman (que en realidad es un bar) y cerrar con un almuerzo en Twister Burritos, el fast food rutero y suburbano que sirvió de locación para Los Pollos Hermanos, el restaurante que era una tapadera narco en la serie. Twister Burritos es un paraíso para el fanático: tiene el logo de los pollos en la pared, carteles arriba de cada lugar donde se filmó una escena, fotos de los actores y un LCD que pasa capítulos de la serie. Incluso algunos de los empleados del local fueron extras en episodios de Better Call Saul.

Fran Padilla es la propietaria de la casa ubicada en Piermont Drive 3828. Como a Debbie, los productores también fueron a verla antes de comenzar a grabar. Querían usar la fachada, los interiores y el patio de su casa para que allí viviese Walter White. Ella tampoco se imaginaba el boom, ni que en el pico de popularidad pasarían unas 400 personas a la semana por su casa queriendo sacarse fotos, pasear por el barrio, hacer la vida de Walter. Como todo punto turístico, la masividad trajo desbordes. Primero con aquellos que invadían el patio, se robaban piedras del cantero o trataban de saltar al patio de atrás. Pero luego con quienes buscaban calcar una escena icónica y revoleaban una pizza al techo del garage. Fran, harta, pasa las tardes sentada junto a su marido en la puerta, espantando a quienes se acercan con un celular en mano.

En la casa que “pertenece” a Chuck McGill, el personaje de Better Call Saul, el jardín tiene un letrero bien visible que alerta: “Advertencia: Intrusos aténgase a una respuesta armada inmediata”. Un poco de autenticidad en medio de tantos sets de filmación.

Fuente: Clarín