Darío Suarez, santiagueño, es el único detenido por el caso y los padres de la joven apuntaron directo hacia el durante la marcha realizada el día de ayer en el centro de Tucumán.
Incertidumbre en Tucumán. “Los días pasan y estamos desesperados”, lamentó Susana Cisneros. Hoy se cumple una semana de la desaparición de su hija Daiana Abigail Garnica y no hay un solo rastro de la jovencita de 17 años. Lo único que saben es que la última vez que salió de su casa del barrio Julio Abraham, en Alderetes, lo hizo junto a su vecino, el santiagueño Darío Suárez, quien lleva seis días detenido y permanece en silencio.
“Él tiene que ver con la desaparición; no sé si le hizo algo o la entregó a otra persona. Era de muchísima confianza. Nunca en mi vida pensé que podía pasar esto”, dijo ayer la mujer en la puerta de Tribunales. Allí se habían reunido familiares y amigos de Daiana para marchar hacia la Casa de Gobierno en reclamo de su aparición con vida. Susana caminaba con la mirada triste, abrazada a una fotografía en blanco y negro de su hija. “La Justicia prometió imprimir afiches y pegarlos en toda la ciudad, y no se ve nada; a veces pierdo la esperanza de que la estén buscando”, confesó.
“Las leyes de la Justicia están al revés: los delincuentes tienen respaldo; él (Suárez) tenía un abogado desde el primer momento y nosotros, nada. Somos gente humilde, yo sola estaba luchando contra este tipo que me sacó de las manos a mi hija”, expresó la mujer, desesperada. ¿Qué le diría si él la estuviera escuchando?, se le preguntó. “Soy cristiana y no le tengo rencor ni odio, pero él conoce la justicia divina. Le pediría que diga qué hizo con mi hija, que me la devuelva y para mí está todo perdonado; sólo le pido que hable. El que lo va a juzgar es el Altísimo de arriba”, expresó.
Bajo la lluvia
La misma mezcla de dolor, impotencia y desesperación invadía al padre de Daiana, Ramón Garnica. Bajo la lluvia que caía sobre la plaza Independencia, el hombre insistió en que Suárez es el responsable y que tiene que hablar. “Lo primero que pensé es que se la llevó engañada, la violó, la mató y la metió en uno de esos hornos de la cortada de ladrillos, donde él trabajaba. Él no sabía que mi hija había dejado su celular en la casa y que ahí estaban los mensajes que le había mandado, donde decía que iba a salir con él”, recordó.
Garnica mostró dolor cuando relató lo que le sugirieron la noche que denunció la desaparición de su hija. “En la comisaría de Alderetes me dijeron que la mejor búsqueda era que vaya yo por donde ella andaba siempre. Pero ella no era una chica que andaba por la calle. Esto va para usted, señor jefe de Alderetes y señor oficial; no piensen que todas las personas son iguales; usted me mandaba a buscar a mi hija por la calle cuando yo lo puse al delincuente en sus manos y me dijo que informaba a la fiscalía y en ningún momento lo hizo”, se quejó. Después mostró impotencia, cuando se refirió al silencio que mantiene el principal sospechoso. “En un caso como este tiene que existir mano dura. Están esperando que se quiebre, pero qué se va a quebrar. Hay gente de corazón duro que viola y mata a la madre; mire que se va a quebrar este que no tiene ningún vínculo con mi hija. Para un hecho comprobado como este, se necesita mano dura”, insistió.
Por último, expresó su desesperación ante la falta de respuestas. “Ya pasaron seis días y mi hija puede estar fuera de la provincia. No estoy conforme con lo que se está haciendo. Si no ponemos un abogado particular que nos vaya informando cómo van las cosas, nadie nos dice nada. ¿Por qué la Justicia es así?”, cuestionó. “No quiero ponerme en contra del ministro fiscal (Edmundo Jiménez), pero voy directo a su conciencia y a su sentimiento de padre. Y después de esto, me voy a quejar ante el tribunal de Dios. Dejé de creer en la Justicia”, añadió.
Garnica quería hablar con el ministro de Gobierno, Justicia y Seguridad, Regino Amado. “A ver si se conmueve con mi dolor de padre y da la orden de que hagan declarar a esa persona. No hay otra, no busquemos más, el culpable es él. Me da impotencia que sigan buscando por otro lado. Ayer mis hijos se mojaron enteros rastrillando. Si ellos tienen el poder de hacerlo confesar ¿por qué no lo hacen? Hay impunidad en los poderes”, vociferó, en medio de un ataque de angustia.
Minutos después, las puertas de la Casa de Gobierno se abrieron y el subsecretario de Participación Ciudadana, José Farhat, recibió a los familiares de la jovencita.
Fuente: La Gaceta