Mientras disfruta del éxito teatral, sigue su pelea con Francisco Delgado. El ex GH le pegó un palito al presentar a su nueva novia. Para distraerse, hace playa con su hija.
Más allá de la exposición, de la fama y de lo que pueda suponerse desde afuera, Barby Silenzi (33) es una mujer común y corriente. A esta altura, de los cinco años que estuvo en pareja con Francisco Delgado no queda nada… o queda mucho. Depende desde dónde se lo mire. No hay contacto entre ellos, y cada vez que habla uno del otro no quedan bien parados. Sin embargo, de esa época en la que hubo amor, está Elena –un año y medio–, la beba que tienen en común. Por estos días, Barby está dedicada a la crianza de su hija, con las necesidades y sobresaltos de una mamá soltera.
“Yo de la vida personal de Francisco no hablo, no me interesa. Por eso me pareció agresivo que para presentar a su nueva novia la compare conmigo”, dijo la vedette, en relación a los dichos de Delgado, quien, refiriéndose a Luciana, su nueva novia, señaló: “Tiene todo lo que le falta a Barby”. Continuó Silenzi en su descargo: “Más allá de que no hay nada entre nosotros, soy la madre de su hija y merezco respeto. Cada vez que hablé de él, fue por el bien de Elenita. A él le parece que porque cumple con la parte económica ya está, y no es así. Ella necesita a un padre presente. El dice que no tiene tiempo, pero sí lo tiene para sacarse fotos con su nueva novia”. La morocha, sin tiempo para ponerse a pensar, sigue adelante. “Elenita es mi cable a tierra y la amo. Somos muy unidas y pese a que es muy chiquita, ya entiende todo lo que hago por ella”.
Sin nadie que la ayude, la necesidad de trabajar para sobrevivir y darle el tiempo que necesita la beba no son compatibles. “No tengo niñera ni nada. Voy y vengo con la nena para todos lados. Viajo en micro y se me hace difícil con el bolso de ella, el mío, las bolsas… Todo es un sacrificio, que por ella estoy dispuesta a hacer”. Ante este panorama, el plano sentimental parece haber quedado en segundo plano. Admite que no está en pareja y que ni siquiera tiene tiempo para conocer a alguien. Una diosa y talentosa morocha, que vive como cualquier vecina de barrio. ¿Será por esto que es tan querida?