Se fue de incógnito a la tierra del Tío Sam para vivir una experiencia renovadora, dijo en sus primeras notas. Pero, después, se supo que se operó y se sacó todo lo malo que le puso en el cuerpo el polémico Aníbal Lotocki.
Casi fue de un día para el otro, sin avisarle a nadie. “Estaba el pasaje sacado hace tiempo, pero no tenías ganas de armar mucho debate con el tema entre mis amigos y mi familia”, aseguró después. Así que Silvina Luna armó las valijas en silencio y se fue a los Estados Unidos con ganas de empezar de nuevo. Separada y sin compromisos laborales que la retuvieran, la rosarina llegó a Nueva York, en principio, para descansar.
Con el correr de los días, la rosarina le fue tomando el gustito a la vida en la Gran Manzana y los planes cambiaron. De la mano de la uruguaya Vito Saravia, visitó una playa, se hizo de amigos, comenzó a estudiar en una universidad prestigiosa (¿alguien sabe qué?) y los fines de semana se tomaba un avión para visitar a un misterioso amigo en las playas de Miami. Dicen que allí le picó el bichito. Y le llegó una propuesta que no pudo decir que no y se olvidó para siempre de su ex novio, Manuel Desrets.
“Si vos me decís que me va a cambiar la vida, desde ya que acepto la propuesta”, le dijo a su conocido. Después de firmar el contrato correspondiente, la Chivi se subió a un avión rumbo a Los Angeles donde se contactó se contactó con el cirujano Cristian Pérez Latorre, quien a través de un novedoso tratamiento logró quitarle el 80% del metacrilato que tenía en el cuerpo que le puso Anibal Lotocki, el ex de la vedette Pamela Sosa. “Es como un volver a vivir. Yo estoy muy conectada con mi cuerpo, y todo lo que pasó me duele mucho. Me siento mucho mejor ahora”, comentó.
Recuperada y de mejor semblante, la sensual modelo a través de contactos encontró una salida laboral en NY que le permitirá continuar con su estadía hasta fin de año: desde hace unas semanas, la ex GH está pasando música en Shelter Pizza y, parece, quedaron tan maravillados con su labor como DJ que estarían pensando en dejarla como una figura fija de todos los sábados y domingo, cuando la movida funciona con todas las luces en Brooklyn... ¡Grande Silvi!