La modelo es fanática de los zapatos: quiere calidad y cantidad. En la casa que comparte en Barrio Parque con su pareja, el abogado Fernando Burlando, tiene un sector especialmene diseñado para el calzado, donde atesora más de 50 pares.
Se dijo que fueron algo así como 30 millones de dólares. Una suma exhorbitante que tal vez no sorprendió por tratarse de una causa judicial de altísima mediatización, pero que al mismo tiempo esconde varias lecturas. La suma que le solicitó Fernando Burlando a Lázaro Báez para defenderlo en la denominada Ruta del Dinero K, en concepto de honoriarios por la representación legal, fue para unos cuantos una excusa que puso el abogado farandulero con la finalidad de quitarse el tema de encima diplomáticamente.
Evidentemente, contratar al ex participante del último Bailando por un Sueño no es para cualquiera. Quien sienta que es el único que podrá defenderlo, parodiando al Chapulín Colorado, deberá contar con una cuenta bancaria que lo respalde. Burlando no es barato. Y parece que Barbi Franco, su mujer, tampoco es de conformarse con lo primero que se le cruza. Tal vez la modelo no pertenezca al grupo de las que más ostentan. En la Villa Zabaleta, donde se crío, aprendió a cultivar un perfil definitivamente bajo. Aunque, claro, eso no quita que a la hora de los gustos por las prendas de vestir sus exigencias sean costosas.
Su novio sabe bien que a ella les encantan los pares de zapatos. Sí, calidas y cantidad. Muchos y buenos. Nada de mezquinar en el momento de recorrer las vidrieras y elegir un calzado con taco o botas para lucir. En la casa que comparten en Barrio Parque (más que casa, una verdadera mansión), uno de los sectores que más cela la modelo es donde guarda su indumentaria.
Allí, se hizo construir y diseñar especialmente un exhibidor para poder guardar sus zapatos y tenerlos a todos a la vista y al alcance, para que elegir qué ponerse en los momentos de apuro no represente un problema. Barbi ya suma más de 50 pares y Burlando ya lo asumió: cuando las convivencia sufre un tropezón, nada de flores ni bombones. El abogado va directo a la zapatería. Con la que le pidió a Báez, le compraba hasta el zapatofono del Superagente 86 y le quedaba para los puchos ¿o no?.