El Arsat-2 fue lanzado desde las Guayana Francesa en el coehete francés Arianne 5.
La razón que explica la proximidad de las bases de lanzamiento de satélites al ecuador es su situación óptima para alcanzar la órbita geoestacionaria.
Esta es una parte del espacio situada a 36.000 kilómetros sobre el ecuador que excepcionalmente se mantiene sin cambios respecto de la Tierra. En 1963 la astronáutica descubre la importancia de esta órbita y por ende las ventajas de la franja ecuatorial para acceder hasta ella.
Si se lanza un satélite geoestacionario en un movimiento sincrónico con la rotación terrestre y por encima del ecuador, su trayectoria no sufre más que una mínima corrección.
Otra de las ventajas de este emplazamiento se debe a que, como la Tierra gira sobre sí misma de oeste a este, si se lanza un satélite en esta misma dirección, se puede aprovechar la velocidad de rotación de la propia base de lanzamiento.
Al nivel del ecuador, la Tierra gira mucho más deprisa que en los polos. Por este motivo, mientras que los satélites impulsados desde una zona próxima al ecuador aprovechan la rotación terrestre, no ocurre así con los lanzados desde la misma zona pero cuya órbita pasa por encima de los polos. En este caso, son precisos motores más potentes o una fase suplementaria para levantar y posicionar correctamente el aparato espacial.