Dentro y fuera de la cama, la saturación y la rutina pueden atentar de manera drástica el vínculo. El psicólogo Antoni Bolinches, autor del libro Amor al segon intent (Cossetània Edicions), sugiere incorporar nuevos estímulos para darle un nuevo aire a la pareja. Sin embargo, advierte que la práctica swinger (intercambio de pareja) casi siempre genera una separación.
- ¿En qué factores debemos fijarnos a la hora de elegir una pareja?
- Hay tres referentes que nos ayudarán a hacer una buena elección.
- El primero…
- Atracción y un buen acoplamiento sexual, cosa que no es fácil, porque con la sexualidad ocurre lo mismo que con el carácter, que no todo el mundo es compatible.
- El segundo…
- Comodidad relacional. Es estar bien con el otro sin dejar de ser vos. Eso lo reflejo en un aforismo del libro Los colores de la vida en el que digo que el secreto de un buen matrimonio es casarte con el otro sin divorciarte de vos mismo.
- Y el tercero…
- Orgullo social, es decir, que te guste que te vean con esa persona, que no la has de esconder ni justificar ni decir “sí, es un buen chico”. Estás contenta porque estás con alguien a quien ves valores y virtudes. Cuando se dan estas tres condiciones, la relación se consolida.
- ¿Qué es lo que más afecta al deseo sexual en la pareja estable?
- Todas las dificultades y conflictos de la convivencia, pero también la propia dinámica sexual deteriora el deseo porque te habitúas al sujeto erótico, entonces, el principio de novedad, fundamental para que se despierte la libido, se va atenuando.
- ¿Cuál es el peor enemigo de la pareja estable?
- La saturación, entendiendo por saturación esas parejas que se acoplan tan bien sexualmente que cada día hacen el amor y de golpe y porrazo al año están asustados porque se dan cuenta que ya no tienen deseo.
- Y aún queda otro gran enemigo.
- La rutina, hacer las mismas cosas con la misma persona, a la misma hora, de la misma manera, en el mismo sitio hace que a los cinco años ya no tengas ganas de hacer nada. Por eso la sexualidad de pareja estable requiere de variación de estímulos y complementos, de manera autorregulada, autoconsentida y mutuamente deseada.
- ¿Estos estímulos que menciona puede incluir una tercera persona?
- En la fantasía, sí; pero en la realidad, hay que ir con cuidado. Las parafilias relacionales –en las que intervienen más de dos personas- son peligrosas porque a los cinco años las parejas o bien han dejado de practicar esta sexualidad más liberal o bien han roto la relación. El intercambio de pareja casi siempre genera cambio de pareja ya que pueden haber enamoramientos alternativos o darse cuenta de que no tiene sentido mantener estas relaciones dentro de la pareja estable.
- ¿No hay excepciones?
- A veces estas parafilias relacionales, la más frecuente, el trío, pueden darse de forma ocasional o situacional y eso puede enriquecer la sexualidad, pero hay que ser comedido y no meterse en camisas de once varas sin estar muy seguro de gestionarlo bien. Algunas parejas que han practicado intercambios han venido a la consulta por el impacto psicológico y emocional que les ha producido. “Yo estaba disfrutando con una mujer, pero cuando vi a mi mujer disfrutar con otro hombre me puse a llorar”, me decía un señor.
- ¿Qué más debemos saber sobre nuestra sexualidad?
- Que la rutina sexual no se puede disociar de la rutina social. Es muy difícil que tu pareja sea muy creativa en la cama y muy aburrida en la calle, o viceversa. Por tanto, las dos rutinas, la gestión de la vida cotidiana y la de la cama, se refuerzan o se neutralizan.
- ¿Hasta qué punto son importantes los pequeños detalles en las relaciones amorosas?
- Sobre todo son importantes para la mujer, que es muy detallista. El hombre con su visión más pragmática cree que hay que pasar página; mientras que la mujer, sin digerir algo, no perdona, no asimila, no acepta. Por eso casi todo desamor empieza con una pequeña falta de atención.
- En este aspecto también somos diferentes hombres y mujeres…
- El hombre piensa que como quiere, ya no necesita demostrarlo; la mujer, como hace una lectura más emocional, cree que si la quieren se lo han de demostrar. Y ahí empieza la incomprensión entre la expectativa de la mujer y lo que el hombre está dispuesto a dar. Por eso de cada cuatro parejas de mediana edad que rompen, tres es por iniciativa de la mujer, y la mitad de ellas no es porque tengan un enamoramiento alternativo; simplemente, se han defraudado, se han desenamorado y han valorado que aquella relación no tenía la calidad suficiente para mantenerla. En cambio, el hombre, mientras no esté mal, ya está bien porque tiene menor expectativa.
- ¿La pareja perfecta existe?
- No, pero existe la pareja perfectible. Todas las parejas pueden mejorar por la vía del automejoramiento personal.