Es linda, está en pareja con el actor y galán Gonzalo Heredia, con quien hace más de un año tuvo a Eloy, su primer hijo y encima, le va muy bien en el trabajo. Lejos de cualquier impostación, Brenda Gandini renueva su auténtica franqueza, compartiendo su felicidad pero también los vestigios de culpa o cansancio que su nueva vida de madre y actriz full time le depara.
En efecto, tras el respiro que tuvo cuando terminó de grabar La Dueña, los días de la ex blonda han vuelto a su cauce más intenso, con jornadas de grabaciones que alcanzan las 8 y 10 horas. “Al principio me costó mucho pasar de un unitario a una tira. Sabía que no iba a ser nada fácil -soy una madre muy culposa y me cuesta dejar a mi hijo- pero creo que en definitiva es algo que nos hace bien a los dos. Por otro lado, Eloy ya empezó el jardín maternal y para mí fue fundamental haber podido acompañarlo en ese proceso de adaptación durante la mitad del año. En total, fueron más de dos meses en los que prácticamente me convertí en una maestra más. En ese momento no imaginaba que esa experiencia también me terminaría ayudando para componer este nuevo personaje de Laly, que es maestra jardinera”, relata. En la tira, además, ella es la tercera en discordia de la longeva pareja que formaron Juan (Juan Gil Navarro) y Valeria (Jazmín Stuart).
-¿Te pasó en la vida real algo similar a esa historia?
-(Piensa) Sí me he enamorado de otra persona estando de novia y sí he sido infiel, pero creo que nunca me hubiese animado a estirar cualquier historia más allá de eso. ¿Si me lo proponen a mí? Nooo, paso. Quizá podría haber dudado más de chica pero ahora estoy en una situación muy distinta: feliz con mi pareja y mi hijo y, sobre todo, formando un hogar.
-A comienzos de 2011 nos contaste que te imaginabas como una madre muy sobreprotectora, ¿los hechos te dieron la razón?
-(Ríe) Sí, supongo que esa es la palabra… De a poco estoy intentando soltarlo un poquito, pero admito que suelo estar muy encima de Eloy. Ojo, no es tanto por obsesiva sino por cariñosa, compulsiva: me encanta abrazarlo, tenerlo a upa y colmarlo a besos. Necesito su contacto.
Brenda, además, cuenta que la mudanza a Munro no fue tan traumática como se supone. “Dicen que mudarse es la segunda causa de estrés en el mundo, ¿no? Bueno, por paradójico que suene, en este caso esa máxima no se aplicó para nada. Deseábamos tanto tener más espacio y nuestro propio jardín que dijimos: ‘prioricemos movernos por Eloy, después acomodamos todo el resto’. Salvo su cuarto, lo demás está invadido por cajas y desorden, pero no importa, sabíamos que iba a ser así”, comenta.
-Y con el barrio, ¿cómo te llevás?
-Bien. La verdad es que tampoco hicimos un gran estudio previo de locaciones: estaba esta casa de Gonzalo y hacia allá fuimos. Por ahora me sigo adaptando, si bien mi infancia en Cipoletti tuvo todo esta cosa de barrio, desde que vine a Capital viví siempre en la zona del centro o Palermo. Para mí es algo nuevo y viejo a la vez esto de conocer a tus vecinos, al panadero, al verdulero…
-Supongo que también ayudará el hecho de tener a tu suegra bien cerca, ¿verdad?
-Sí, ella es fundamental. Hoy es la tercera responsable de Eloy y creo que no hubiese podido volver al trabajo si ella no estuviese al lado nuestro. Soy muy desconfiada, me cuesta meter a alguien en mi casa y, encima, darle la responsabilidad de cuidar a mi hijo, que es lo que más quiero en el mundo. Por más que te ofrezcan personas de hiper confianza, nunca va a ser lo mismo, nunca vas a saber lo que realmente pasa cuando se quedan solos. Con Alicia es distinto, sé que lo ama a Eloy con locura, y que siempre estará ahí, para lo que sea.
-¿Y Daniela? Se habló mucho de la mala relación con Gonzalo…
-No existe esa supuesta mala relación, se llevan como cualquier yerno y suegra, tan simple como eso. Es cierto que mi vieja no ayudó mucho con las explicaciones que dio en la televisión, pero es indudable que al periodismo siempre le va a interesar exagerar todo. Seguramente que no tienen el vínculo que yo tengo con Alicia pero, bueno, tampoco tiene por qué ser así.
-¿No te gustaría que lo fuera?
-No, porque los conozco a ambos y sé que son muy diferentes. Mirá, yo no obligaría a nadie a que tenga tal o cual tipo de relación con otro persona, pero mucho menos lo haría con Gonzalo o con mi mamá. Mientras que no haya conflicto, para mí está todo bien.
-¿Vos te acerceas más a Daniela por el hecho de ser madre?
-Sí, sobre todo en los primeros meses, que son muy complicados y en lo que se te cruzan todo tipo de pensamientos y sensaciones. Primero porque tenés una vida que depende de vos y a la cual querés que no le pase ni le falte nada, y segundo porque estás atravesando una verdadera revolución hormonal. Es complicado y siento que en ese momento su ayuda fue esencial, necesitaba eso: una madre que me aconseje, que me contenga, que me baje un poco a tierra. Fue una gran ayuda, sin duda.
-Falta poquísimo para la Navidad, ¿ya pensaste el regalo de Eloy?
-Por un lado le quiero comprar de todo, pero a la vez me interesa mantener la postura de no llenarlo de chiches. En la adaptación del jardín, por ejemplo, aprendí a hacer varios juguetes artesanales, cosa chiquitas con botellas de agua, canutillos y brillantina que le terminaron encantando. Quizá me anime y le regale algo “made in mamá”. Veremos.
-Y en lo personal, ¿qué te gustaría que traiga la Nochebuena?
-(Piensa) Antes que cualquier regalo o sorpresa, me gustaría juntar por primera vez a toda nuestra familia en casa. Que vengan mis parientes del sur, mi mamá, la familia de Gonzalo… Si no es con asado, porque la parrilla todavía está en construcción, nos arreglaremos como sea, pero yo sueño con eso: mi primera Navidad bien en familia.