Los síntomas que presentan la Neruomielitis Optica incluyen dificultad para caminar, ceguera, fatiga, dolor, y debilidad muscular, entre otros.
Existen una serie de enfermedades poco conocidas que circulan por el mundo, que no tienen un tratamiento específico pero que aún se las sigue estudiando, y una de ellas es la neuromielitis óptica (NMO), que es una afección del sistema nervioso central que se produce cuando el sistema inmunológico ataca erróneamente los nervios ópticos y la médula espinal, producto de una respuesta inflamatoria conocida como recaída o brote.
Lo cierto, es que la NMO es considerada una enfermedad rara, con una prevalencia estimada de 1-4 casos por cada 100.000 habitantes en el mundo. Aunque se puede presentar tanto en población pediátrica como en población de edad avanzada, la edad media de inicio oscila entre los 35-40 años.
Aproximadamente, el 90% de los casos a nivel mundial son mujeres, que desarrollan la enfermedad de forma esporádica, sin que se pueda determinar un patrón genético familiar determinante por lo cual se la etiqueta en aquella enfermedades “raras”.
En tanto, los síntomas que presentan la NMO incluyen dificultad para caminar, ceguera, fatiga, dolor, y debilidad muscular, entre otros. Las recaídas pueden generar daño neurológico irreversible y acumulativo, provocando una limitación en las capacidades de la persona ya que la recuperación tras cada recaída no suele ser completa; por ello, los pacientes pueden ir acumulando discapacidad como consecuencia de los diferentes episodios neurológicos.
En mayor o menor grado de severidad, los pacientes sufrirán problemas visuales y debilidad en las extremidades, u otros síntomas. En los casos más graves, puede aparecer ceguera o parálisis. Sin tratamiento y librada a su evolución natural, el 50% de los pacientes necesitará una silla de ruedas para desplazarse a los 5 años del inicio de la enfermedad; para ese entonces el 62% de los pacientes van a estar funcionalmente ciegos.
“Las secuelas neurológicas se acumulan con cada recaída clínica, lo que resulta en un deterioro a corto y largo plazo de las funciones motoras y/o visuales, además de afectar otros órganos. Alrededor de la mitad de los pacientes con NMO pueden tener un deterioro severo de la visión (de uno o ambos ojos) y de la marcha a los 5 años como consecuencia de las recaídas. Además, otros síntomas invisibles como fatiga, deterioro cognitivo, trastornos del ánimo, entre otros afectan de forma significativa la calidad de vida de los pacientes. Por lo tanto, es muy importante la adherencia al tratamiento indicado y los controles médicos correspondientes para disminuir el riesgo de padecer una recaída a futuro”, relató el Dr. Carnero Contentti (M.N. 126.350 y del Departamento de Neurociencias del Hospital Alemán de Buenos Aires).
El asunto es que durante mucho tiempo, lo que hoy se reconoce e identifica como neuromielitis óptica, se consideró que se trataba de una variedad agresiva de Esclerosis Múltiple, y aunque es cierto que comparten sintomatología común, el avance en las pruebas diagnósticas e identificación de anticuerpos específicos, hace que a día de hoy se las reconozca como enfermedades diferentes que aún buscan un tratamiento eficiente.
"El objetivo del tratamiento a largo plazo es reducir la aparición de las recaídas que empeorarán a los síntomas conocidos o nuevas secuelas, que llevarán a un acúmulo de discapacidad. Hasta el 2019, los únicos tratamientos disponibles para la NMO eran drogas indicadas para otras enfermedades autoinmunes y, bajo esa experiencia, estos tratamientos demostraron ser efectivos para la NMO. En líneas generales, estas drogas son tratamientos inmunosupresores que intentan detener el ataque por parte del sistema inmunológico”, concluyó Contentti.