Dos niños protagonizan este drama turco que plantea temas como la lealtad infantil y la vulnerabilidad de la inocencia.
Por Eulàlia Iglesias
Para Fotogramas
Como en una variante kurda de 'Paracuellos', Ferit Karahan ha volcado sus recuerdos de infancia en este retrato de la experiencia traumática de crecer como niño kurdo en un internado turco que se rige por el castigo aleatorio, y donde los pequeños, lejos de recibir educación y cuidados, solo son objeto de violencia. Aunque el director no recurre al relato clásico y colectivo, sino que convierte un incidente puntual y concreto, un niño queda inconsciente sin que se sepan las causas, en el detonante de una ceremonia del absurdo en torno a la incapacidad para llevarlo al hospital y la imposibilidad de que alguien se responsabilice de su estado.
Yildiz se aproxima así a los modos y al tono del nuevo cine rumano, a títulos como 'La muerte del señor Lazarescu' de Criti Puiu, además de entroncar con algunas obras de Abbas Kiarostami en la forma que filma a los niños y en cómo reivindica su sistema de valores, mucho más sólido que el de los adultos. 'Mi mejor amigo' desvela el sinsentido detrás de toda disciplina autoritaria y sus consecuencias en los más vulnerables.
Para indignarse ante la violencia hacia la infancia en instituciones educativas.