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Opinión y Actualidad

Cómo prevenir el surgimiento de un nuevo Hitler

Algunas consideraciones a propósito de la figura de Putin y su desafío al sistema internacional.

13/03/2022

Por Juan Battaleme, en el diario Clarín

Adolf Hitler, responsable de la Segunda Guerra Mundial, personaliza aquello que se considera horrendo en política internacional en tanto guerra de agresión y en la condición humana en su condición de genocida. La Carta de la ONU tuvo y tiene por objetivo prevenir el ascenso de una figura que genere una disrupción similar a la que este gobernante provocó en el sistema internacional.

Por lo general las ambiciones territoriales, el lanzamiento de una guerra de agresión o el desarrollo de una capacidad militar que supone cambios en la distribución de poder, conlleva a que aparezcan acusaciones y caracterizaciones destinadas a enajenar la imagen pública de quien desafía el orden establecido.

En la actual guerra de Ucrania, Occidente ha sindicado a Putin como un Hitler moderno, al igual que en 2004 lo fue Mahmud Ahmadinejad, en el contexto del desarrollo nuclear iraní, Saddam Hussein en la previa a la Guerra de Irak. Donald Trump fue acusado de lo mismo por sus detractores en especial la sociedad civil, y la lista sigue hasta incluir a Erdogan y Kim Jong-Un. Todos lideres distintos pero sindicados de la misma manera.

La figura de Hitler tiende a aglutinar a líderes políticos que se oponen a gobernantes que son percibidos como “revisionistas” en tanto ambicionan alterar el estatus quo político, territorial, militar u económico establecido. Ello explica por qué la pregunta acerca de cuando emergerá el próximo Hitler es recurrente en la política internacional.

Randall Schweller, en su libro del 2006 “Amenazas no Respondidas” (Unanswered Threats: Political Constraints on the Balance of Power) señala que si queremos identificarlo con certeza debemos considerar lo siguiente: Primero, que existen dos clases de líderes revisionistas; aquellos que tienen “objetivos y ambiciones limitados” y los “revolucionarios o con objetivos ilimitados”.

Segundo: las acciones políticas se relacionan con el grado de riesgo que están dispuestos a asumir en especial en relación con los costos de una guerra total.

Tercero, el sentido de la oportunidad e impacto que su decisión tiene sobre el estatus quo establecido. Ciertamente que la consideración acerca de quien es revisionista depende de quien estableció el estatus quo previo, de ahí que en la actual guerra aparece la idea de la expansión rusa vs. La idea de la expansión occidental.

Diferencia clave: EE.UU. y Europa se expandieron por la vía institucional usando dos herramientas del orden liberal, la OTAN (seguridad) la UE (Economía y política), a pedido de los propios europeos. La expansión de la Rusia de Putin se hizo en base a su capacidad militar.

Si bien se suele comparar la actual guerra de Ucrania con la ocupación de los Sudetes en 1938, la II Guerra Mundial comenzó a gestarse en 1936 cuando la aviación alemana se sumó a la Guerra Civil Española y terminó en 1945 derrotado y Berlín destruido al igual que el sueño del Reich de los 1000 años. Hitler fue la quintaescencia del líder con objetivos ilimitados. Por comparación Mussolini fue un líder de objetivos limitados, se plegó a Hitler y esperaba beneficiarse de los logros de la Alemania Nazi.

La condición nuclear del mundo alteró las perspectivas de conquista territorial de los actores revolucionarios. Tal vez el último fue EE.UU. que se encontró con la hegemonía como consecuencia de sus intervenciones directas (abiertas y encubiertas), sus ideas, su economía y la caída de la U.R.S.S. Su expansión también tuvo un componente territorial: Irak 2003.

Ciertamente que China, Rusia e Irán son revisionistas, pero hasta el conflicto de Ucrania, todos eran considerados limitados. La respuesta de Occidente hacia Rusia demuestra que la condición de Putin ha cambiado y pasó a ser percibido como un revisionista ilimitado; de ahí la decisión de enfrentarlo manejando umbrales de castigo utilizando todas las medidas coercitivas económicas puestas en tan corto tiempo con el objetivo de, detener y hacer retroceder la ofensiva militar y si es posible generar inestabilidad en Moscú con la consecuente caída de Putin.

Entonces, ¿podemos decir que Putin es Hitler? Si lo es, en breve veremos a un político que va a estar dispuesto a escalar a un más el conflicto, enfrentando la posibilidad de una guerra nuclear. Entonces, ¿qué certeza tenemos sobre el futuro Hitler?

Va a ser quien este dispuesto a enfrentar a EE.UU. y sus aliados utilizando la capacidad nuclear junto con un desarrollo de tecnología militar que le permita capturar o conquistar territorio que este dispuesto a defender por las armas. Esta situación promete una tercera y cuarta década del Siglo XXI, altamente inestable, interdependiente y propensa a la guerra.

(*) Juan Battaleme es profesor de Política Internacional UBA/UCEMA