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Marzo de 2024
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Opinión y Actualidad

Berni, la ley de la selva y las sombrillas voladoras

La batalla campal entre barras y piqueteros, que dejó un muerto, es la locura naturalizada sin que nadie haga nada.

17/01/2022

Por Pablo Vaca
Para Clarín

El sábado, en medio de una tarde de infierno, vecinos del barrio Rancho Grande, en Wilde, decidieron cortar la autopista Buenos Aires-La Plata a la altura del kilómetro 14 porque no tenían luz y les sobraba calor. Es lo que hacen, desde hace años, cuando necesitan mostrar sus problemas o su desesperación, y les funciona.

Ignoraban, los piqueteros, que entre los perjudicados por el embotellamiento resultante había barras de Independiente, que no querían llegar tarde al partido contra San Lorenzo en el estadio de Estudiantes. Y a los barras lo que les funciona, también desde hace años, es la fuerza bruta. Entonces bajaron de sus micros y empezó la batalla. La ley de la selva versus la ley de la selva. O la locura generalizada.

Hubo corridas, pedradas, golpes y tiros. Uno de ellos pegó en el pecho de Juan Calvente, un hincha de 35 años. Venía desde Tigre y no había bajado de su colectivo. Murió poco después, en el Sanatorio Bernal. Y sumó su nombre a la desgraciada y enorme lista de víctimas que deberían seguir vivas: este es otro crimen que directamente no debería haber sucedido (como el del taxista Timoteo Tintilay, fallecido también el sábado por colgarse del techo del auto para evitar que se lo llevara un ladrón detenido un mes antes por robar una moto y liberado a las 24 horas). No alcanza con la detención de dos sospechosos al día siguiente: es un día demasiado tarde.

Porque podría haberse evitado el corte, en primer lugar. Y, sobre todo, debería haberse controlado que los hinchas no bajaran de los micros a hacer justicia por mano propia. Para ello, es cierto, la policía debería tener -y saber ejercer- una autoridad de la que en general carece. En situaciones como esta la policía, sencillamente, no sabe bien qué hacer.

En busca de una ventajita política, Independiente, regido por la familia Moyano, publicó un comunicado en el que exigió la renuncia del ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, y de su jefe de Gabinete, Carlos Montaña. “La negligencia de las fuerzas policiales y de las personas a cargo del operativo de seguridad es inadmisible. Quienes debían garantizar la seguridad del plantel profesional y de los hinchas en el traslado los dirigieron por el lugar donde sabían que se estaba desarrollando una manifestación y el corte de la autopista", denunció el club, dando por sentado que la custodia de los hinchas es cuestión de Estado.

No mencionaba que Montaña fue elegido vicepresidente segundo de Independiente en las últimas elecciones, pero renunció en septiembre del año pasado y ahora apoya la lista opositora de Fabián Doman. Coincidencias, pensarán algunos.

Lo cierto es que ese sábado Berni estaba en la costa atlántica. Como pudieron atestiguar miles de turistas, paseó en helicóptero sobre varias playas. En una de ellas, en Villa Gesell, la aeronave se acercó tanto a la arena que unas cuantas sombrillas salieron volando. El ministro, afecto a la espectacularidad, explicó: “Había un cúmulo de 300 o 400 chicos y parecía que se estaban peleando en el medio. Cuando vio eso, el helicóptero se acercó. Y bueno, se volaron algunas sombrillas, pero por suerte no pasó nada”.

Efectivamente, por suerte no pasó nada. Pero si hubiera pasado algo, insólitamente, según Berni, la culpa habría sido toda de la gente: “Tendríamos que partir de que una sombrilla en la playa es un elemento peligroso. Hay que preguntarse si el que puso la sombrilla no evaluó que una ráfaga de viento se la podía levantar”.

Si alguna vez en la Argentina se penara la irresponsabilidad oral, las cárceles explotarían de condenados a perpetua. Mientras, gozan de la impunidad que emana una sociedad que parece preferir la amnesia a reconocerse en el espejo de la decadencia constante y las muertes absurdas.