Crítica de "Lamb"
Para fans de los films que no se parecen a nada... incluso si al principio crees que sí.
Por Desirée de Fez
Para Fotogramas
No es fácil hacer la crítica de un film cuya principal virtud tiene que ver con algo que sucede al final. Y no es fácil porque es injusto predisponer al espectador para la sorpresa. Sin embargo, es la única manera de plantear por qué Lamb, drama fantástico sobre una pareja de granjeros que cría a una oveja como si fuera su hija, es más compleja e interesante de lo que parece. Su valor va más allá de lo original del argumento y la fascinante representación visual del mismo, dos cosas por las que la película de Valdimar Jóhannsson ya merece elogio. Y va más allá de su interés como metáfora excéntrica de la maternidad o la pérdida.
Lo que la hace realmente interesante es ese giro sorprendente que lleva implícito un interrogante sobre qué le estamos haciendo al cine fantástico. Con la perversión añadida de que en Estados Unidos, la distribuye A24, a la que se adjudica por defecto la absurda etiqueta del ‘terror elevado’, Lamb parece querer recordarnos con ese suceso inesperado (y toneladas de guasa) que, por mucho que lo infravaloremos usándolo de pretexto para contar nuestras historias intimistas, el fantástico siempre acaba revelándose y marcando su territorio.
