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Marzo de 2024
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Opinión y Actualidad

Alexandria Ocasio-Cortez entendió la tarea: lograr que la gente hablara.

AOC cumplió su misión en la Met Gala, pero esos gestos performativos de justicia social siguen siendo un problema.

17/09/2021

Por Karen Attiah
Para The Washington Post

En eso, sin duda, la congresista demócrata de Nueva York —conocida como AOC— tuvo éxito. Ya el martes por la mañana se había convertido en un tema de conversación tras haber aparecido en la Met Gala del lunes en un vestido blanco, largo y sin hombros diseñado por la directora creativa de Brother Vellies, Aurora James. En la parte de atrás del vestido, en color rojo sangre, estaban estampadas las palabras “Impuestos a los ricos” (“Tax the rich”).

Como era de esperarse, los críticos de todo el espectro arremetieron contra ella. ¿Cómo pudo AOC, defensora de la clase trabajadora, asistir a una gala donde cada mesa tenía un costo de seis cifras?

Gran parte de la indignación se sintió injustificada, como suele suceder con cualquier cosa referente a AOC. Puede que haya comenzado su vida profesional como barman, pero hoy es una funcionaria elegida y una figura pública en Nueva York. Puede que sea una política progresista, pero ejerce una enorme influencia y tiene la capacidad de llamar la atención donde quiera que vaya. Como bien lo tuiteó la profesora de la Universidad de St. John, Marissa Jackson Sow: AOC “debía estar allí”.

Además, AOC no fue la única que aprovechó la ocasión para hacer un pronunciamiento. La representante Carolyn Maloney (demócrata por Nueva York) usó un vestido en apoyo a la Enmienda de Igualdad de Derechos. La modelo y actriz Cara Delevingne mostró un chaleco que llevaba el mensaje “Peg the Patriarchy” (“Clávale una estaca al patriarcado”). Desafortunadamente, la artista queer que creó y registró la frase en 2015, Luna Matatas, no recibió ningún crédito.

Por lo tanto, la “declaración” activista de Delevingne terminó reforzando la desigualdad del mundo de la moda, en el que con demasiada frecuencia las personas blancas poderosas borran el trabajo de las personas de color y los artistas independientes. De manera similar, un vestido que exigía “Impuestos a los ricos” en una gala benéfica en la que la mayoría de los millonarios asistentes simplemente deducirán sus contribuciones caritativas de sus impuestos no comunicó una ironía contestataria. Lo que produjo fue una disonancia cognitiva.

Lo que en realidad causa mayor malestar es que con la ayuda de las celebridades, las personas e instituciones que ayudan a perpetuar un statu quo desigual e insostenible están tratando de definir la disrupción y de mercantilizar el activismo, mientras al mismo tiempo se niegan a reformarse.

Estamos en una situación muy peligrosa cuando nuestro sistema define el cambio social como momentos singulares creados por individuos en lugar de una conciencia elevada y la participación en los movimientos populares. Es una definición que defiende la caridad en vez de un verdadero cambio estructural. Una en el que el cambio social se mide por clics y retuits.

Este tipo de “capitalismo con justicia social” tiene su epítome en The Activist, un nuevo show de TV de CBS con una horrenda premisa en la que un grupo de activistas lidiará con celebridades que fungirán como jueces en una competencia donde el premio son oportunidades para recaudar fondos. Para degradar aún más el concepto, las y los activistas/concursantes serán juzgados por la viralidad de sus campañas en las redes sociales. El mayor error de AOC en la Met Gala no fue su vestido ni su presencia. Fue su intento de justificarlo todo al publicar una captura de pantalla que mostraba cómo las búsquedas en Google de “Tax the Rich” habían aumentado tras su aparición en el evento.

Tengo que decirlo, AOC, ese no es el camino.

Lo que también me llama la atención son todas las declaraciones que no se hicieron sobre Estados Unidos el lunes. No hubo nada referente a la draconiana ley contra el aborto en Texas, o sobre las desigualdades raciales en instituciones como Condé Nast y el Museo Metropolitano de Arte. Hasta donde pude constatar, ninguna celebridad tuvo la imaginación y la valentía para pronunciarse sobre la fallida y desastrosa invasión de Estados Unidos en Afganistán y el innecesario derramamiento de sangre de afganos y militares estadounidenses en los últimos 20 años. Eso habría sido una acusación directa contra la clase dominante.

Además, considerando que Estados Unidos se ha desplomado a los últimos lugares entre los países desarrollados en cuanto a tasas de vacunación, a pesar de haber adquirido suficientes dosis como para vacunar a toda su población adulta tres veces más, me pregunto cómo habría lucido expresar eso en la Met Gala. Después de todo, ¿qué es más estadounidense que el derroche excesivo y una vergonzosa desconfianza en la autoridad?

Todavía queda además la pregunta de quién puede hacer pronunciamientos políticos durante esos grandes momentos culturales. En cierta manera, es un enorme privilegio que AOC tenga la oportunidad y la plataforma para usar su vestido de “Impuestos a los ricos” durante este “supertazón” del calendario de la moda, sin temor a ser excluida o baneada de la competición, a diferencia de, digamos, atletas olímpicos reales. Necesitamos ser vigilantes con quienes no tienen acceso por culpa de los cancerberos.

El verdadero activismo es peligroso y a menudo potencialmente mortal. Por suerte para nosotros, AOC es alguien que ha luchado duro para obtener el privilegio y poder de implementar cambios en las políticas para quienes lo necesitan. AOC no necesitaba ese vestido, y nosotros no necesitamos distraernos con instituciones pomposas que, al final, están tratando de resistirse al cambio. Dejemos atrás los gestos creativos y sigamos trabajando.