Para gamers reincidentes y demonias de tasmania.
Por Pablo Vázquez
Para Fotogramas
Como Disney en los tiempos de Saludos amigos, la Warner opta aquí por convertir su catálogo en parque temático regido por las normas de la entropía, la nostalgia y el espectáculo (¿qué película hoy día no juega a vendernos algo?). Para ello, cuenta con unos entregados LeBron James y Don Cheadle y, tras el nutrido grupo de guionistas, a un prolífico artesano que ya demostró su debilidad por la autoparodia en la notable El hermano secreto y la eficaz Scary movie 5.
Ya sé que esta simpática sesión de tarde habría sido mejor hace unas décadas con alguien como Zemeckis o Chris Columbus manejando el cotarro… pero el crítico que mira demasiado al pasado corre el riesgo de congelarse.
Lee supera de largo a su principal contrincante en la cancha (la desganada primera entrega), y aunque no anota tanto como el Dante de Looney Tunes de nuevo en acción (2003), sabe convertir su película en una extraña revisitación de Starfigter: la aventura comienza sobrecargada de cameos, moralinas y esteroides.