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Opinión y Actualidad

La pandemia y el sentido del humor

Acerquémonos antes que nada a una pregunta fundamental ¿qué es el humor? Según el diccionario, el humor es una “disposición del ánimo, especialmente cuando se manifiesta exteriormente”.

10/06/2021

Por Florencia González
Para Página 12

Podemos decir entonces que el humor puede ser bueno, malo, agradable, desagradable, etc. En este articulo me interesa destacar el lugar del buen humor en términos del sentido del humor, de aquello que nos dispone el animo en condiciones optimas y de diversión. ¿Cómo sostener el buen humor en medio de una pandemia, con restricciones, aislamientos y distanciamientos?

El sentido del humor puede ser un recurso de extrema necesidad para poder paliar de algún modo las exigencias del superyo que nos ordena “gozar”. Gozar en el sentido más pleno y literal de la palabra. De algún modo, realizar una operación vía el humor nos reconduce a hacer deconsistir desde lo simbólico aquello que de la exigencia del superyo no podemos significantizar, no podemos explicar.

El humor tiene efectos subversivos y de la dignidad del humor obtenemos una ganancia de saber, ¿por qué? ¿qué podríamos ganar? Ganamos en tanto nos posicionamos desalienados a lo consistente que nos viene del Otro, se modifica en el sujeto su cosmovisión.

Frente a un real como lo es la pandemia, que en muchos sujetos puede operar como algo mortífero (ya sea desde su realidad fantaseada como desde su realidad objetiva) el sentido del humor comporta la operación de atravesar un discurso, resulta de allí un efecto de creación en el contexto de una situación que de por sí es angustiante, al menos. Este resultante conlleva una reescritura en el sujeto y por lo tanto un apaciguamiento del dolor; podríamos decir que a su vez le otorga al sujeto otra dignidad subvirtiendo su posición alienada a los mandatos del superyo, ya que es como si le hiciera “chiva calenchu”, se transforma porque el sentido del humor le está diciendo al sujeto que “el saber no sabe” pero el sujeto, con aquel acto creativo y subversivo del humor, se encuentra, parafraseando a Lacan, en su propio cuerpo con los “ecos del decir” que bien podría ser el efecto de ese buen humor: la risa.

Kundera, M. dice que el hombre utiliza la misma reacción fisiológica, que es la risa, para dos actitudes distintas: “Si de pronto a alguien se le cae el sombrero encima del ataúd, en una tumba recién abierta, el entierro pierde todo su sentido y nace la risa. Dos enamorados corren por un prado, tomados de la mano, riéndose. Su risa no tiene nada que ver con ningún chiste: es la risa seria de los ángeles cuando manifiestan su alegría de existir. Ambas modalidades de risa forman parte de los placeres de la vida, pero, llevados al extremo, también indican un apocalipsis dual: la risa entusiasta de los fanáticos-ángel, tan convencidos de su importancia en el mundo, que están dispuestos a colgar del cuello a todo el que no comparta su alegría. Y la otra risa, procedente del lado opuesto, la que proclama que nada tiene ya sentido. La existencia transcurre entre dos abismos: a un lado, el fanatismo; al otro, el escepticismo absoluto”.

Según Freud (1927), el humor es “liberador”, tanto como el chiste y lo cómico, y también lo nombra como “grandioso y patético” y que estos rasgos no se encuentran en otras áreas de la vida intelectual donde se produce ganancia de placer. Ubica además que allí triunfa el narcisismo porque hay una “inatacabilidad del yo”, claro está que en el campo del humor el Yo no es atacado, porque el Yo se rehúsa a sentir que el mundo exterior podría tocarlo, atravesarlo, angustiarlo, por eso obtiene ganancia de placer.

Digamos, de la mano de Freud, que el humor está emparentado con el chiste, el humor será la “contribución a lo cómico por la mediación del superyo”, de otras formas el superyo siempre es severidad y exigencia, pero con esta contribución a lo cómico el superyo tiene titilaciones de dejar un rato de lado su traje de amo severo. Y afirma: “el superyó, cuando produce la actitud humorística, no hace sino rechazar la realidad y servir a una ilusión. Pero atribuimos un valioso carácter --sin saber muy bien por qué-- a este placerpoco intenso, lo sentimos como particularmente emancipador y enaltecedor.” (Freud, 1927, p. 158).

Sentirlo como emancipador y enaltecedor nos lleva a la categoría de la dignidad de la que hablaba al comienzo, vía el humor el sujeto se emancipa, se desaliena de ese rasgo tan característico y sufriente que es propio de la exigencia del superyo. Harto conocida es la frase que dice “tragedia más tiempo igual comedia”, cuando el sujeto puede comenzar a reírse un poco más, a tener sentido del humor, de los apremios de la vida, deliberadamente llega a sentirse más aliviado, emancipado. ¿De qué se emancipa, de qué se libera? De las ataduras y amarres exigentes del superyo que le impone mandatos e ideales.

Durante la pandemia, muchas veces es difícil divertirnos, transitar la humorada, reírnos, pero quizás tengamos que hacer el ejercicio o al menos liberarnos. Encontré en Instagram a alquien que sigo y se llama “memeterapia”, me parece una forma hermosa de hacer alguna otra cosa con tanto dolor. En otro artículo que escribí para Página 12 dije que los memes son una nueva forma de risa social, lo sigo afirmando. ¿Cuántos días y noches nos alegran los memes? ¿Qué sería de esta pandemia sin memes?