Santiago del Estero, Jueves 28
Marzo de 2024
X
Opinión y Actualidad

El problema es el exagerado poder del Instituto Patria

Los bonos públicos llegan a rendir 15% y se paga casi 10% para tener los dólares en el exterior.

26/09/2020

Por Gabriel Rubinstein para el Cronista.com

Podría cargar tintas contra Martín Guzmán y equipo, Miguel Pesce y directorio, bajo cuyos mandatos, los bonos públicos llegan a rendir 15% (peor performance mundial tras una restructuración), la brecha CCL se acercó al 100% (la más alta desde los cepos iniciados por Cristina), y se paga casi 10% para tener los dólares en el exterior en lugar de tenerlos en una caja de seguridad en Argentina (¡insólito!).

Pero una vez que aceptaron ser funcionarios, puede "comprenderse" que quieran batallar el día a día, y tomen las decisiones que creen mejores, aun cuando todas las alternativas sean malas (más allá de errores de implementación y comunicación).

Pensemos el caso de la "invitación" a las empresas a presentar sus planes de "restructuración" de deudas del 60% de lo que deben hasta marzo, a fin de acceder a un 40% del dólar oficial, dada la situación por la cual masivamente las empresas querían o debían cancelar sus deudas y el BCRA ya tenía sus reservas exhaustas.

Las alternativas "a mano" habrían sido: a) devaluar (con aumento de pasivos empresarios medidos en pesos, excepto para aquellas que previsoramente hubieran comprado futuros), b) desdoblar (con pérdidas fuertes también inmediatas). Al Directorio del Banco Central le pareció entonces que lo menos dañino para las empresas fue la opción tomada. Muy bien.

Pero para buena parte del mercado y de las empresas, la decisión les pareció muy disruptiva. Como es que han sido obligadas a vender sus dólares por el MULC y a la hora de pagar sus deudas, sólo se les permite hacerse de un 40% en ese mercado. ¿Es cierto que no había opciones? Por ejemplo, si el ahorro para el BCRA supuestamente es de sólo u$s 2000 millones (hasta marzo), ¿por qué no usaron el swap chino? ¿No era "fácil" usar u$s 3000 o 5000 millones de ese swap? ¿O no es tan fácil su uso? ¿Es acaso "puro humo"?

Además, si hoy se toma una medida así, ¿cómo piensan algún día lograr que las empresas traigan dólares para nuevas inversiones, si a la hora de pagar dividendos o devolver los préstamos, una simple circular del BCRA puede obligarlos a incumplir (con accionistas o prestamistas)?

Pero vayamos un poco más allá: ¿que está pasando que las empresas quieren cancelar masivamente sus deudas en dólares? Muchas prefieren endeudarse en pesos (mucho más aún cuando las tasas de interés son bajas, o emiten deuda en pesos a dólar link), potencialmente licuables, y sacarse deuda en moneda dura. Otras han decidido bajar exposición general en Argentina.

Y sabemos que muchas empresas han cerrado acá, y no en otros países. El presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC) de Chile ha expresado con crudeza los problemas de invertir en Argentina.

El llamado "clima de negocios" se ha vuelto muy tormentoso en el país. Las medidas y amenazas ya han venido siendo muchas: intento de expropiación de Vicentin, acoso a Latam hasta que cerró, amenaza de re estatizar Edesur, Ley de Teletrabajo, Decreto Telcos, apresurada reforma judicial, impuesto a los ricos, idea de nueva empresa estatal de telecomunicaciones, ideas de más impuestos inmobiliarios, también a herencias, nueva moratoria previsional, súper cepo, reestructuraciones semi-forzadas de deudas empresariales con el exterior, semi-legitimación de toma de tierras, aval implícito a Moyano vs. Mercado Libre, manotazo a recursos de la Ciudad, y quién sabe si los "cráneos" del Instituto Patria no están pensando en algunas cosas más pesadas aún (la alocada idea de Fernanda Vallejos de querer dar ATP a cambio de acciones).

Y muchas empresas se van. Y muchas personas se quieren ir. Y muchos dólares quieren ser puestos a resguardo.

Detrás de todo esto hay un hecho político de gran envergadura: lo que era un gobierno de coalición de varias partes (gobernadores, massismo, cristinismo, un incipiente albertismo), pareciera se ha convertido nomás, en el gobierno del Instituto Patria, comandados por Cristina Kirchner y Máximo Kirchner. Alberto Fernández, sus ministros, el BCRA y su directorio, parecieran meros ejecutores (conscientes o inconscientes) de lo que el Patria dictamine.

Sólo como una muestra, valga la definición de Presupuesto 2021. Se sabe que Martín Guzmán y equipo habían llegado a un detallado presupuesto, con déficit primario de 2,0% (primero era de 1,5%). Aprobado por Jefatura de Gabinete fueron a presentarlo y explicarlo al Instituto Patria. Salieron de allí "escaldados", con la orden de llevar el déficit a 4,5%. Así. Sin más. Casi como "obedeciendo órdenes", lo presentó inmediatamente Guzmán en el Congreso de la Nación.

Tenemos entonces un serio problema: como el Instituto Patria espanta a gran parte de los argentinos que tienen ahorros, empresas, o algo que perder, es imposible generar confianza. Y entonces todos quieren dólares (importadores, empresas endeudadas, simples ciudadanos), especialmente los "baratos" (dólar MULC).

En este entorno, hace bien el Gobierno en no devaluar, ya que podría ser pasaporte a un brote hiperinflacionario. Pero si queremos dejar de lado sólo el "aguantar", parece no haber más remedio que cambiar el entorno.

Esto implicaría seguramente dar un fuerte giro, y volver al gobierno de coalición inicial, con un renovado Alberto Fernández, y con figuras confiables al frente de la gestión (los actuales ya están muy desgastados), con un rol del Patria mucho más acotado.

Sólo así, y tomando medidas acordes (presentando un sendero fiscal que finalice en superávit fiscal primario en 2023 en base al control de gastos y no más impuestos, dejando de "combatir al capital"), puede encararse con éxito una maxi-devaluación (¿30%?) y bajar las brechas a la zona del 30% o menos también. Y que la economía empiece a andar mucho mejor, con fuerte baja de riesgo país. Y si no, la estrategia seguirá siendo sólo aguantar, lo que se pueda, con buena parte del país esperando algún colapso adicional, como si no tuviéramos bastante con la pandemia y su secuela de problemáticas cuarentenas.