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Opinión y Actualidad

El almanaque perdido

Esta época del año fue siempre un tiempo de expectativas...

24/09/2020

Por Magdalena Ruiz Guiñazú, en el diario Clarín.
Una magia muy especial suele iluminar ciertos momentos del año. Son tiempos en los que acostumbramos a tejer proyectos o a recordar episodios de particular intensidad. La primavera, por ejemplo, supo sorprendernos con inesperadas y determinadas alegrías y misterios.

No en vano, tampoco, en una ráfaga de armonía, inspiró a un tal Vivaldi del que jamás podríamos olvidarnos. Como tampoco encontramos las palabras justas como para explicar por qué cierta luz posee colores irrepetibles y logra conmovernos con nuevos proyectos ó sueños que, en su propia alegría, nos están indicando un cambio.

Esta época del año fue siempre un tiempo de expectativas. Un sol poderoso ha comenzado a iluminar Buenos Aires y muchos imaginamos que era el prólogo de las ansiadas vacaciones. ¿Volveríamos a nuestros espacios? ¿Coincidiríamos con los amigos de siempre? Enfin...la lista es larga.

Lo cierto es que hoy la cercanía de Octubre también aportó expectativas donde es tan grande el nivel de angustia traído por un virus misterioso que, como náufragos, estamos aferrados a la embarcación más cercana. Incluso, por primera vez, apostamos a ubicaciones que, normalmente, nos hubieran sugerido noches de escasa magia, despojadas del fascinante rugido del mar, sin la presencia “de los de siempre”.

Hoy, en cambio, este almanaque perdido no sólo altera aquellas vacaciones que ilusionaban a la familia sino que nos transforma en otro grupo: diferente, ansioso, desconcertado.

No se trata ya de una dorada quincena sino de un refugio prolongado (con suerte) en la que probablemente no ocurra cuanto habitualmente habíamos imaginado. Cambiamos nuestra casa, nuestro techo, en busca de algún tipo de salvación y, mientras legiones de científicos, en el mundo entero, buscan respuestas , debemos reconocer que sólo quisiéramos (modestamente) cumplir las ilusiones que, año tras año, hemos acunado para estos tiempos cercanos al sol.

El almanaque perdido, entonces, también significa otras cosas. ¿Nunca volveremos (vos, yo, nosotros) a ser los mismos de antes?

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